Minificción Cocinera Por Lorena Vasconcelos La niña, como todas las madrugadas, se levantó antes que sus hermanos. Se puso el mandil, se recogió el rizado cabello, comenzó a echar tortilla, preparó el atole de panela, unos huevos al comal, calentó los frijoles y toreó chiles recién cortados para todos. — Debes aprender a cocinar bien, chamaca -le dijo su abuela apenas cumplió cinco años-, luego ahí las anda dejando el marido por flojas y haraganas. La niña aprendió a cocinar todo tipo de guisos, sopas, panes, caldos, atoles y carnes. Era una costumbre familiar que apenas comenzaran a caminar, las niñas se siguieran derechito al fogón todos los días después del canto del gallo. La abuela así lo había aprendido, también su madre y sus hermanas. Por fin llegó el día, Lucía dejó de ser niña y asumió un nuevo destino histórico: se fue de la casa, estudió mucho, trabajó aún más y viajó por todo el mundo convertida en una de las mejores cocineras del milenio. Y es que, las niñas son au...
Cuentos breves para esperar la noche y, otras letras.