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La hora de la paz

LA HORA DE LA PAZ


«En esta noche lluviosa les comparto un texto de Lorena Vasconcelos, que es realmente un arrullo para el corazón. Fue escrito durante el más reciente taller de Entonces, escribo. El ejercicio fue detonado por la imagen Corazón de las cartas de Cosmos Heart de Samuel Cane. Es una delicia leerlo».*


Por Lorena Vasconcelos

En este sitio el reloj siempre marca las 06:25 de la tarde, en horario contemporáneo y global. En tiempo del cosmos es la hora de la paz.

Para donde se mire, el fondo es azul celeste y el techo de un naranja rosáceo. Hay pasillos rectos y curvos de pasto verde limón con olorosas azucenas en las orillas que conectan a miles de alfombras con forma de coloridos mandalas.
Todo el escenario es flotante y en cada alfombra hay un corazón meditando. Si se observara desde arriba, podría verse un mandala gigante palpitando en armonía con el atardecer.

El corazón de Renata acaba de observar con total asombro y un poco de miedo la escena recién descrita. Está parado en el pasillo principal esperando a su guía sanadora: una mariposa azul de ojos grandes que camina hacia ella mientras le sonríe iluminada como cuando por fin ves a tu mejor amigo después de años de extrañarle.

Con la temperatura baja y unas cuantas magulladuras, el corazoncito tiembla de susto, o de emoción, o de esperanza -no lo sabe bien- cuando ve a las otras guías sentadas en posición de flor de loto detrás de cada corazón, como protegiéndolos de todo sufrimiento.

Las guías con aspecto amoroso y portadoras de una inmensa paz, sacan con sus manos unos hilillos humeantes y oscuros de las espaldas de cada corazón, para luego, con soplidos suaves y tiernos, convertirlos en arcoíris voladores.

No hay que olvidar que los corazones cansados llegan hasta este lugar cuando no pueden más para dejarse sanar con los ojitos bien cerrados, exactamente a la hora del atardecer. Todos aquí y ahora, están sincronizados en una misma respiración.

Distraído como siempre, el corazón recién llegado regresa de su estado absorto cuando siente la mano de la mariposa azul que lo lleva cuidadosamente hasta su propio mandala, como si supiera que está a unos cuantos pasos de quebrarse.

—Eres un corazón joven pero muy dañado, es un caso difícil más no imposible para nosotras. Toma este té de flores de mar y cierra los ojos. Descansa, estás en casa, confía en el amor de este lugar y recupérate— susurra la mariposa tras señalar un tapetito circular de tonos rosas y morados.

El corazón de Renata sigue al pie de la letra las instrucciones de la mariposa-guía. Echa un vistazo por última vez a su alrededor y como parece que a los demás pacientes les está funcionando la “terapia”, cierra los ojos, respira profundamente y se deja arrullar por los brazos de su mamá.

—Linda noche, corazón de mi vida, deseo que muy pronto comprendas que no son necesarios los brazos de quien elige no quedarse… mamá te ama con todo su ser.


*Palabras de Damaris Disner, al presentar este texto en la fan page de facebook: Entonces, escribo.

Comparto estas letras porque fueron de mucha sanación para mí y para mi hija, a quien se lo escribí toda yo, con todo lo que soy desde que ella apareció en mi vida con sus ojitos cerrados y un llanto fuerte, entre reclamo y consigna de batalla.

Les recomiento totalmente el taller «Entonces, escribo»,  que imparte cada mes la dramaturga Damaris Disner en la galería Rodolfo Disner en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y otras ciudades del estado.

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