Ecocidio Por Lorena Vasconcelos —¡Fea!, ¡panzona!, gritaban varias voces a coro en el estanque. Cansada de mirar su cuerpo y sentir tristeza, la niña liebre pateó con fuerza hasta liberar el tejido de ramas y hojas que mantenía la represa. Cuando los demás animales reclamaron el ecocidio, la pequeña sonrió y festejó que ya no tendrían cómo sostener sus ofensas. No habría más reflejos, mucho menos comparaciones, ni un estanque al cual caer después de las burlas y empujones. Ni tampoco, un bosque.
Cuentos breves para esperar la noche y, otras letras.