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Ecocidio

Ecocidio  Por Lorena Vasconcelos —¡Fea!, ¡panzona!, gritaban varias voces a coro en el estanque. Cansada de mirar su cuerpo y sentir tristeza, la niña liebre pateó con fuerza hasta liberar el tejido de ramas y hojas que mantenía la represa.  Cuando los demás animales reclamaron el ecocidio, la pequeña sonrió y festejó que ya no tendrían cómo sostener sus ofensas. No habría más reflejos, mucho menos comparaciones, ni un estanque al cual caer después de las burlas y empujones. Ni tampoco, un bosque.

Nos iremos limpias

NOS IREMOS LIMPIAS Por Lorena Vasconcelos  Diecinueve días de búsqueda terminaron en la morgue con una hija reconociendo el cuerpo sin vida, mutilado y violado de su madre. El forense trata de controlar la acidez que sube despacio desde su estómago mientras toma inusualmente la mano de una joven que mira sin parpadear el amplio corte en la garganta helada de la mujer inerte.  Suspira, tiembla y explica que en unas horas tendrá el informe por escrito pero que si en alguna forma conforta saberlo… —Mi mamá se cortó el cuello y ya muerta le hicieron esto— interrumpió la voz casi ahogada de Mica, para la que ya nada sería consuelo desde ese momento, pero constatar ella misma ese dato, sí, la única fuente de temple para un siguiente día, cada día. Cinco años atrás, después de simultáneas marchas de mujeres sin precedente en su violento país, «Ofe» regresó del trabajo con dos navajas de bolsillo, le entregó una a su hija Mica para que se defendiera en caso de violenc...

Nos iremos limpias

NOS IREMOS LIMPIAS» Por Lorena Vasconcelos  Diecinueve días de búsqueda terminaron en la morgue con una hija reconociendo el cuerpo sin vida, mutilado y violado de su madre. El forense trata de controlar la acidez que sube despacio desde su estómago mientras toma inusualmente la mano de una joven que mira sin parpadear el amplio corte en la garganta helada de la mujer inerte.  Suspira, tiembla y explica que en unas horas tendrá el informe por escrito pero que si en alguna forma conforta saberlo… —Mi mamá se cortó el cuello y ya muerta le hicieron esto— interrumpió la voz casi ahogada de Mica, para la que ya nada sería consuelo desde ese momento, pero constatar ella misma ese dato, sí, la única fuente de temple para un siguiente día, cada día. Cinco años atrás, después de simultáneas marchas de mujeres sin precedente en su violento país, «Ofe» regresó del trabajo con dos navajas de bolsillo, le entregó una a su hija Mica para que se defendiera en caso de violenc...